La Nueva España tenía un reducido número de ricos y una enorme mayoría de pobres, con una diferencia abismal. Sin embargo, las desigualdades sociales, repartidas en una geografía irregular, no fueron la causa de la guerra de Independencia ni de su violencia. Fueron los caudillos insurgentes quienes llamaron a expulsar a los “gachupines”. Y ellos, con Miguel Hidalgo a la cabeza, decretaron la desaparición del sistema de castas y la abolición de la esclavitud.
José María Morelos dio un paso más allá: desconoció abiertamente al rey de España como autoridad política y propuso un gobierno propio, en 1813. También propuso crear un poder legislativo que elaborara las leyes de la América septentrional. Ello significaba la independencia total del país y el origen de una nueva nación.