Calleja informó, con exageración, que Morelos había perdido 3 000 hombres, 30 cañones, etc; publicó que su triunfo había sido contundente. En realidad el sitio fue muy costoso e inútil a la larga. Morelos sacó de Cuautla 1 000 fusileros en vanguardia, 250 caballos, 5 000 honderos en la protección de la artillería y de los civiles, y que en la retaguardia iba el mejor de sus cuerpos de infantería.
Las crónicas registran que el gobierno virreinal gastó entonces dos millones de pesos. Calleja regresó a la ciudad de México con un batallón que entró tocando sus cornetas, que por primera vez se escuchaban en la capital. Poco botín de guerra y algunos prisioneros, entre ellos don Leonardo Bravo, a quien disfrazaron de mojiganga antes de ser juzgado y ajusticiado en garrote vil el 13 de septiembre de 1812.