Nadie —ni siquiera él mismo— podía adivinar que en menos de un lustro, Morelos pasaría de ser un maduro y sedentario funcionario eclesiástico dedicado a sus labores rutinarias, anclado en un sitio donde el clima extremo reduce las horas del trabajo, a estratega que puso en jaque al gobierno virreinal, militar pundonoroso y batallador, dirigente de tropas salidas de la nada y quien imaginó el futuro político independiente de la que llamó la América Mexicana. Fue él quien ideó la forma para gobernar que debía asumir el país de los americanos, y quien soñó con una sociedad sin más distinciones que las virtudes personales. Uno de los resortes del secreto fue el convencimiento. Su presencia, palabra e investidura convencieron; y la aceptación llevó al acuerdo: aunque novohispano, Morelos fue el primer caudillo mexicano, inicio de una cadena del largo proceso que explicó los motores del poder político del siglo XIX, el siglo de los caudillos.

Morelos fue inesperado. Su ascenso, vertiginoso. Sucedió en un instante: momento luminoso de la historia. La encrucijada histórica puede ubicarse entre octubre y noviembre de 1810; inició en Carácuaro y explotó en Zacatula, dos puntos casi inaccesibles todavía hoy. Describir lo que ese jirón del tiempo revela permite recordar el perfil del hombre que nos pensó como nación libre.

Tema 1. Los primeros años

Tema 2. La geografía de la guerra: 1810-1815

Tema 3. Protagonistas de la insurgencia

Tema 4. El espacio de la democracia católica: geografía política de una utopía

Tema 5. La jornada de un jefe insurgente

Tema 6. Captura, juicio y muerte