Dejó claro cuál era el rostro del enemigo; escribió a Calleja, su perseguidor: “[...] Supongo que al Sr. Calleja le habrá venido otra generación de calzones para exterminar esta valiente división, pues la que trae de enaguas no ha podido entrar en este arrabal; si así fuere, que venga en el día que quieran, y mientras yo trabajo en las oficinas, haga usted que me tiren unas bombitas, porque estoy triste sin ellas. Es de usted su servidor, el fiel americano Morelos”.
En el bando de 25 de junio de 1812 se declaró reos de jurisdicción militar a los que resistieran a las tropas del rey, sin distinción de estado, clase ni condición. Serían pasados por las armas, apenas con tiempo para confesarse, todos los oficiales y cabecillas, incluyendo los eclesiásticos. La guerra era sin cuartel ni misericordia.