Las diferencias políticas entre los miembros de la Junta de Zitácuaro habían dividido y desgastado la organización insurgente desde 1813. Para detener la posible ruptura y final de la insurgencia, Morelos buscó la unión y el acuerdo; pero las distintas posturas y los caracteres poco tolerantes de los dirigentes Ignacio Rayón, José Sixto Verduzco y José María Liceaga, hicieron inevitable la separación entre los independentistas. Fue entonces cuando Morelos, aconsejado entre otros por el ayuntamiento de Oaxaca y Carlos María de Bustamante, convocó a un congreso en Chilpancingo para el 8 de septiembre.
El secretario de Morelos leyó el escrito que éste, quien se definió como Siervo de la nación, dirigía al Congreso. Este documento se titulaba Sentimientos de la Nación.
Entre otros asuntos, este histórico texto trataba sobre la necesidad de un gobierno propio y determinaba las tareas del Congreso en la construcción del futuro del país; declaró que “La América era libre e Independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía, y que así se sancionase, dando al mundo las razones”. Se establecía que el pueblo era la fuente de la soberanía, y que para su ejercicio se dividía en tres ramos: legislativo, ejecutivo y judicial. Las leyes generales debían comprender a todos los habitantes sin excepción.