El 9 de febrero de 1812 llegaron a Cuautla 5 500 hombres. Seguidos de cerca, el ejército realista sitió la ciudad e impidió a los rebeldes buscar una brecha que les posibilitara salir o recibir refuerzos y alimentos. El ingenio de Morelos muy pronto se dirigió a fortificar los acueductos. La medida apenas fue suficiente. Con todo, durante varios meses debieron sufrir los embates del hambre y la escasez. Lo hicieron en combates diarios, con valor a toda prueba. La realidad se entrelazó a la leyenda: hechos heroicos y desesperados; valentía y buen humor marcaron la vida diaria de los sitiados. Carlos María de Bustamante contaba que cuatro músicos de don José Osorio, antes de que comenzara el combate tocaban:

Rema, mamita rema,

rema y vamos remando,

que los gachupines vienen

y nos vienen avanzando.

Por un cabo doy dos reales

por un sargento un doblón,

por mi general Morelos

doy todo mi corazón.

Entre bailes y jamaicas de flores, para mantener en alto la moral de su ejército y de los civiles sitiados, Morelos y sus hombres organizaban fiestas que ni los bombardeos de los sitiadores podían acabar.

Tema 1. Los primeros años

Tema 2. La geografía de la guerra: 1810-1815

Tema 3. Protagonistas de la insurgencia

Tema 4. El espacio de la democracia católica: geografía política de una utopía

Tema 5. La jornada de un jefe insurgente

Tema 6. Captura, juicio y muerte