Las mujeres tuvieron actividad sobresaliente entre los insurgentes. Por supuesto, destaca el recuerdo de Josefa Ortiz de Domínguez y el de Leona Vicario. Algunas más, legendarias, son Gertrudis Bocanegra y Lucía de la Paz, en Michoacán. Hay que agregar a la india María Manuela Molina, capitana de la Suprema Junta, quien al frente de una compañía participó en cuando menos siete acciones de guerra.
Pero la mayoría de las mujeres insurgentes permanecen en el anonimato. Debieron ser miles: eran ellas la verdadera retaguardia, el fundamento económico de los ejércitos masivos. Eran las encargadas de recolectar, moler, echar tortilla, alimentar a las tropas; cuidar a los hijos; hacerse cargo de lavar y zurcir, de buscar telas; y de ayudar con las labores propias de la logística del ejército.